Nací en un pequeño pueblo adorando a la serpiente alada Quatzacoalt. Nuestro dios fue bueno con nosotros. Nuestras cosechas son abundantes pero un día...

Llegaron de noche los jaguares. Rezaron a un dios brutal, Tezcatlipoca. Mataron a todos los hombres y se llevaron a las mujeres y a los niños para sacrificarlos a su dios.

Mi madre me escondió y fue la propia Atenea quien me encontró. Ella ahuyentó al culto demoníaco, pero su sumo sacerdote sobrevivió y, por lo que veo, todo empezó de nuevo.